Por desgracia las vacaciones se han terminado, y para ahogar las penas que mejor manera de hacerlo que con vino. Nuestro amigo Luis nos tenía un encuentro preparado a base de vinos que ha ido probando en sus largas vacaciones de verano, todos ellos de la D.O Terra Alta. Antes de presentar brevemente los vinos me gustaria destacar las principales caracterísiticas de esta zona del sudeste de Cataluña:
- Denominación relativamente joven, constituida en 1982
- Influenciada por un clima mediterráneo, se caracteriza por sus veranos secos y calurosos e inviernos muy fríos. Otro aspecto a destacar en la climatología son los vientos: el Cierzo y el "garbí"
- Los suelos son de tipo calcáreo y de textura principalmente arcillosa pobres en materia orgánica
- Sus principales variedades son la garnacha blanca y macabeo para los blancos y la garnacha negra y peluda para los tintos.
Me gusta mucho la garnacha, tanto la blanca como la tinta, es una de mis variedades favoritas, por ello le tengo gran cariño a esta zona vínicola quizás en ocasiones poco valorada y donde si sabes buscar un poco puedes encontrar verdaderas joyas a precios muy asequibles. Una zona donde mi punto de mira apunta siempre sobre la garnacha blanca, sí, personalmente de Terra Alta me gustan más los blancos que los tintos.
Dos de los vinos que más gustaron venían de una de las bodegas más importantes de la zona, Celler Bàrbara Forés, su blanco Bàrbara Forés 2011 gustó y mucho, fresco, cítrico y hierbas de monte en nariz, en boca ligera untuosidad y amargor final, un vino fácil de beber y con personalidad.
Bàrbara Forés Coma d'en Pou 2006, el tinto que más gustó de largo. Elaborado con un cupage de garnacha negra (45%), cabernet sauvignon (25%) y syrah (35%), y envejecido en barricas de roble francés Allier durante 16 meses. En nariz ya atisbaba maneras de gran vino: Nariz limpia, fruta madura con fondos tostados y dejes minerales. Sabroso en boca, concentrado, taninos maduros, paso elegante y final afrutado y balsámico, una delicia.
Para seguir con el podio, el tercer vino a destacar fue un total desconocido para todos, Flor de Garnatxa 2008 de Celler la Bollidora, monovarietal de garnacha blanca, fermentado en barricas nuevas de roble francés y envejecido durante 8 meses sobre lías. Inicialemente sorprende su nariz, notas a cuero y lacas que a medida que va tomando aire en copa se van tornando en aromas más amables y frescos como fruta tropical algo madura, tierra mojada y ligeros ahumados. En boca se muestra cremoso, sabroso, fresco, con ese ligero amargor tan típico de esta variedad, recomendable.
Estos tres fueron, a mi parecer, lo más destacado, los demás vinos por una cosa o por otra no acabaron de convencer:
Bàrbara Forés El Quintà 2011, probablemente a este vino le falte botella, ya que la madera era la protagonista, dejando la fruta y sobretodo la frescura del vino en un segundo plano, una lástima porque tenía buenas referencias.
Seguimos con otro blanco donde las notas de madera y la fruta no iban por el mismo camino, Tern Garnatxa Blanca 2011, se me hizo algo cansino, quizás no tanto como el anterior pero no para beber más de una copa.
Pasamos a los tintos, Plan B, de la misma bodega que el Flor de Garnatxa, probablemente no estaba en su mejor momento, decaído, en nariz recordaba a un Rioja entrado en años, fue directito a la barrica del vinagre.
Y para terminar un Syrah 100%, Casa Mariol Syrah Reserva, criado durante 22 meses en barricas, explosión de confitura de fresas, nariz extremadamente golosa tornándose con la oxigenación en especias, pura pimienta negra, algo radical para mi gusto, pero quizás acompañado con una carne a la brasa podría suavizarse un poco.
Esto fue todo, buenos vinos y como siempre mejor compañía, que al fin y al cabo es lo que cuenta.
Muchas gracias Luis y hasta la próxima.